En general, si sientes que una situación que estás viviendo te supera, que no tienes las herramientas necesarias para enfrentarte a ella.
O si crees que algo de tu pasado está afectando tu manera de vivir el presente, y quieres sanar esa herida.
Otro motivo podría ser mejorar tu calidad de vida y tus relaciones a través de un proceso de autoconocimiento.
En fin, solo tú sabes si has llegado al punto en que tomas las riendas de tu vida. Pregúntate: ¿estoy dispuesta y motivada para emprender ese camino?
En primer lugar, sé paciente y compasiva contigo misma: los cambios radicales no llegan en una semana o un mes. De todas formas, empezarás a notar algunas mejoras ya en las primeras sesiones: podrás empezar a poner palabras a tus emociones, a identificar qué es lo que las provoca, a sentirte mejor tras hablar de lo que te has sufrir. Ten en cuenta que tener recaídas a lo largo de la terapia es completamente normal y parte del proceso. No pierdas de vista tu objetivo final y disfruta del proceso.