Cómo superar un trauma
Si te has enfrentado a un trauma y estás buscando cómo recuperarte, este artículo te brindará información valiosa para comprender tus síntomas y cómo superar un trauma, y así tomar la decisión de comenzar el proceso de recuperación y reconstruir tu vida.
Vivir un trauma puede tener un impacto devastador en nuestras vidas, dejándonos con cicatrices emocionales y psicológicas duraderas.
Desde experiencias de violencia hasta situaciones de pérdida o desastres naturales, los eventos traumáticos pueden desencadenar una serie de respuestas emocionales abrumadoras.
Superar un trauma es un proceso complejo, pero posible.
¿Cómo se define el trauma?
El trauma se puede definir como una respuesta emocional y psicológica a un evento (o una serie de eventos) traumático, que supera la capacidad del individuo para procesarlo, elaborarlo y superarlo.
Con esta definición, vamos a disipar tres mitos acerca del trauma.
1. Contrariamente a lo que se piensa, no todos los acontecimientos graves y amenazantes causan un trauma.
2. No todas las personas desarrollan un trauma a raíz de un evento traumático.
3. No habrá dos personas que reaccionen de la misma forma al mismo acontecimiento traumático.
Eso justamente porque los recursos y estrategias de afrontamiento son diferentes en cada persona, y las reacciones a un evento estresante pueden ser muy distintas.
Es importante tener en cuenta que algunas variables nos predisponen a desarrollar una respuesta postraumática:
- la naturaleza más o menos grave del evento traumático
- su duración
- la presencia de traumas previos
- las capacidades y vulnerabilidades del individuo
- la falta de apoyo social
No todos los traumas son iguales
Los traumas pueden dividirse en dos tipos:
Traumas de tipo I (o traumas con T mayúscula)
Hacen referencia a eventos traumáticos extremadamente graves y peligrosos, y que constituyen una fuerte amenaza a la vida o a la integridad física de una persona.
En esta categoría entran abusos, agresiones, violencia, desastres naturales, guerras, accidentes, etc.
Traumas de tipo II (traumas con t minúscula)
Incluyen todos aquellos eventos traumáticos menos intensos, más “cotidianos”, por así decirlo, que pueden tener un fuerte impacto emocional en el individuo.
Los traumas de tipo II pueden incluir experiencias como accidentes menores, conflictos interpersonales, situaciones estresantes en el trabajo o en la escuela, heridas emocionales, etc.
Este tipo de traumas suelen ser bastante invisibilizados, silenciados, y más difíciles de detectar.
Síntomas y diferencias entre trauma y estrés postraumático
Como comentaba anteriormente, no todas las personas reaccionan de la misma forma a un trauma.
Desarrollar un trastorno de estrés postraumático es una de las posibles respuestas al trauma.
Por lo tanto, vivir un trauma no significa necesariamente tener un estrés postraumático.
Esta alteración de salud mental se caracteriza por síntomas persistentes que pueden incluir:
- Recuerdos intrusivos del trauma
- Pesadillas
- Evitación de situaciones, lugares, personas y pensamientos relacionados con el trauma
- Creencias negativas sobre uno mismo y el mundo
- Estado de ánimo deprimido
- Sentimiento de desapego de los demás
- Dificultades para experimentar emociones positivas
- Ansiedad
- Insomnio
- Irritabilidad
- Falta de concentración
3 tipos de respuestas al trauma
¿Cuántas veces hemos escuchado en los medios de comunicación o en el sistema judicial cómo se justifica una agresión, argumentando que la víctima aparentemente no reaccionó?
Pues esa “no reacción”, en realidad, es una reacción muy común en la víctimas que han sufrido un trauma.
De hecho, hay 3 posibles respuestas antes un estrés muy fuerte:
1. Respuesta de escape
Es una reacción instintiva que tiene como objetivo alejarse rápidamente de una situación amenazante o traumática.
En este caso, el cuerpo se prepara para huir y la persona puede sentir una fuerte sensación de miedo o ansiedad, acompañada por una reacción fisiológica muy precisa.
De hecho, esta respuesta está relacionada con la liberación de adrenalina, que aumenta el ritmo cardíaco y la respiración para proporcionar más energía y agilidad en una situación de emergencia.
2. Respuesta de lucha
El cuerpo se prepara para enfrentar directamente la amenaza o el peligro, por lo tanto, la persona puede experimentar una sensación de ira o agresividad, y su cuerpo se prepara para defenderse.
La liberación de adrenalina también juega un papel importante en esta respuesta, proporcionando la energía y la fuerza necesarias para enfrentarse a la amenaza.
3. Respuesta de parálisis
Es una reacción de inmovilidad que ocurre cuando el cuerpo percibe una amenaza inminente y se prepara para enfrentarla, pero, al mismo tiempo, siente que la lucha o la huida no son opciones seguras o posibles.
Por ejemplo, en las mujeres víctimas de agresión, la de parálisis es una respuesta muy frecuente, pues el agresor impide la opción de huir, y la lucha no es viable debido a la disparidad de fuerza física.
Por esta razón, el cuerpo entra en un estado de parálisis o congelamiento, lo que puede hacer que la persona se sienta incapaz de actuar o moverse.
Esta respuesta puede ser adaptativa en ciertos contextos de peligro extremo.
Cómo superar un trauma: fases y técnicas
Superar un trauma es un proceso profundo y significativo que requiere tiempo, paciencia y comprensión.
Enfrentarse a las secuelas emocionales y psicológicas de un evento traumático puede ser desafiante, pero también es una oportunidad para sanar y crecer como individuo (crecimiento postraumático).
El primer paso para superar un trauma es darse cuenta de haberlo vivido.
Esto es muy fácil cuando el evento traumático es un trauma de tipo I, como explicado anteriormente.
En ese caso, la magnitud de evento traumático es tan significativa, que la persona que lo ha vivido se da cuenta enseguida de haber pasado por un fuerte estrés.
Esto es diferente cuando se trata de un trauma de tipo II.
No solo la persona tendrá dificultades para reconocer el trauma y autovalidar sus emociones, sino que probablemente encontrará resistencias y escasa validación por parte del entorno.
En ocasiones, el reconocimiento de haber experimentado un trauma ocurre durante el proceso terapéutico, ya que se generan las condiciones favorables para la introspección, y la persona se siente confiada para sentir y expresar sus emociones en un espacio seguro.
La segunda fase para sanar un trauma es la de la autovalidación emocional, permitiéndose sentir y expresar el dolor, la ira o la tristeza que el trauma puede haber dejado.
Al aprender a aceptar estas emociones como parte de la experiencia, se crea un espacio para el autoconocimiento y la comprensión.
Además, la psicología nos ofrece diferentes técnicas para tratar el trauma.
En mi caso, trabajo desde un enfoque integrador, lo cual me permite elegir la técnica más apropiada para cada paciente, adaptándola a sus necesidades y características individuales.
Algunas de las más usadas para el tratamientos del trauma:
De hecho, hay 3 posibles respuestas antes un estrés muy fuerte:
EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares)
El enfoque central de esta técnica involucra el uso de movimientos oculares o estímulos bilaterales (por ejemplo, toques o sonidos alternados) mientras la persona se enfoca en el recuerdo traumático.
De esta forma, se favorece la desensibilización y el reprocesamiento del recuerdo traumático, permitiendo que los pensamientos, imágenes y emociones relacionados con el trauma se integren de manera más adaptativa en la línea de vida de la persona.
El EMDR se basa en la idea de que cuando una persona experimenta un evento estresante, los recuerdos y las emociones relacionadas con ese evento pueden quedar fragmentados en el cerebro, sin procesarse adecuadamente.
Esto puede llevar a que la persona siga experimentando síntomas traumáticos, como flashbacks, pesadillas, ansiedad o evitación, incluso después de que el evento haya ocurrido.
Terapia de exposición
Es una técnica que se centra en enfrentar gradualmente los recuerdos traumáticos y las situaciones relacionadas con el trauma.
Mediante una exposición controlada y segura a estos elementos, el miedo y la ansiedad asociados con los recuerdos traumáticos irán reduciéndose; asimismo, la persona aprenderá a lidiar con estas emociones.
Terapia cognitiva
Es útil para identificar y modificar los patrones de pensamiento negativos y disfuncionales relacionados con el trauma.
La persona puede pensar erróneamente que es ella la culpable del trauma, que debería haber actuado de otra forma para evitar lo sucedido, o que está irremediablemente rota para siempre.
También puede llegar a percibir los demás como amenazantes y poco confiables, y el mundo como un lugar peligroso e inseguro.
Al cambiar la forma en que se piensa acerca del evento traumático, se puede reducir la intensidad de las emociones negativas asociadas.
Mindfulness y meditación
La práctica de la atención plena y la meditación pueden ayudar a la persona a estar más presente en el momento actual y a cultivar una mayor compasión hacia sí misma.
Estas prácticas pueden ayudar a reducir la reactividad emocional y a desarrollar una mayor capacidad de afrontamiento.
Es importante destacar que la elección de las técnicas dependerá de las necesidades individuales de cada persona, así como de la experiencia y capacitación del terapeuta.
La superación de un trauma es un viaje personal y delicado, y contar con el apoyo adecuado puede marcar una gran diferencia en el proceso de sanación y crecimiento.
La adopción de un enfoque integrador que combine técnicas terapéuticas efectivas, como el EMDR, la terapia de exposición, la terapia cognitiva y el mindfulness, proporciona una base sólida para el afrontamiento del trauma.
Si necesitas apoyo o asesoramiento, no dudes en ponerte en contacto conmigo para agendar una sesión o una llamada gratuita.
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